Una de las habilidades más demandadas es la comunicación efectiva. Tiene un impacto tremendo al hacer networking y en la actividad diaria de la empresa. En la próxima década ser capaz de hablar con un cliente, colaborador o proveedor de manera ‘emocionalmente inteligente’ será una habilidad muy demandada. De hecho ya lo es en gran medida.
Pero reflexionando sobre el tema, me sorprende cuán infrecuente es ya no el tener ésta habilidad desarrollada a un grado notable, sino la habilidad de entender los estilos de conducta de cada uno y cómo afectan a la comunicación entre pares. Permíteme que comparta contigo mi propia experiencia.
Desde hace años investigo cómo nuestra gestión de los estilos de conducta afectan a nuestros resultados empresariales y profesionales. Y casi se ha convertido en una sana obsesión entender por qué las personas actúan como lo hacen. Con cientos de aplicaciones en la empresa, sigo investigando cómo utilizar este conocimiento en el aprendizaje. Mi pasión por compartir este conocimiento y herramientas de la influencia efectiva incluso me llevó a iniciar una start-up sobre el tema.
Curiosamente durante el proceso de iniciar esta start-up creo que cometí y vi a otros cometer los errores más comúnmente extendidos al comunicarnos con los demás. Sin ninguna duda 2015 fue el año en el que más aprendí sobre mis propias carencias en la comunicación efectiva. Y ésto, pensaba yo, no siendo un completo neófito, sino en buena medida un avezado comunicador curtido en mil batallas. ¡Qué equivocados podemos estar si pensamos que no es importante mejorar de forma continua nuestras habilidades de liderazgo!
Sin auto crítica tus fallos de comunicación son tu mayor lastre. Dedícales tiempo de aprendizaje y se convertirán en tu mayor fortaleza.
Uno de mis mayores aprendizajes en cuanto a mi propio liderazgo sin duda ha sido la necesidad de dedicarme tiempo para reflexionar, aprender y continuar creciendo.
Es cierto que cualquier empresario siente que hay cientos de fuerzas cada semana que tiran de uno y le llevan a andar de un lado para otro apagando fuegos y solucionando las prioridades de otros. Eso quiere decir que independientemente de que llevemos unos pocos días o varias décadas de experiencia en la gestión, sin una estrategia clara podemos llegar a ser esclavos de las agendas y objetivos personales de otras personas. Y esto no convierte a esas personas en buenas, regulares o no tan buenas. Sencillamente están luchando por conseguir sus objetivos. Es posible que hayamos sido en algún momento, manipuladores por accidente.
Si no dedicas tiempo para definir y reafirmar tus prioridades y objetivos en la comunicación e interacción con tu entorno, estarás en manos de la improvisación y la manipulación.
‘Inspirar’ o ‘manipular’ depende de dos factores para mi:
1- El punto de vista de quien comunica. Es curiosísimo, las personas más manipuladoras en sentido negativo que he conocido, están convencidísimas de que no manipulan, sino que ‘inspiran’ a los demás. Yo mismo he recordado ocasiones en las que yo he tenido la percepción de que ‘inspiraba’ unos determinados valores que afectarían a un resultado determinado, y me he dado cuenta de que se percibía mucho más como manipulación. Requiere una dosis de honestidad importante reconocer y entender cómo percibe nuestra comunicación la otra persona. Si en su opinión estamos intentando manipularle, nuestra credibilidad se desploma inexorablemente.
En cambio, en la comunicación influyente positiva, quien comunica es plenamente consciente de los factores que pueden afectar a quien recibe la comunicación. Tales factores son aspectos culturales, de género, de edad, antecedentes, sensibilidad, estilo de conducta, etc.
Obviamente es más fácil si uno conoce previamente el punto de vista de la otra parte sobre el objetivo de la comunicación.
Mi propio aprendizaje es: piensa en la otra persona y en sus propios intereses y objetivos, y pregunta antes de lanzarte. Es mejor. Nada muy elaborado. ‘¿Qué opinas acerca de este asunto? Te lo digo, porque quiero comentarte este tema relacionado con ello.’ Sin más.
2- El efecto que tiene en quien es ‘inspirado’ a hacer, creer, pensar, aceptar, evitar, algo. ¿La comunicación tiene en mente el bienestar de la persona que recibe esa comunicación y busca su beneficio por encima de todo?
En la manipulación negativa, el objetivo de quien ‘inspira’ es conseguir un fin propio. El beneficio colateral de la otra persona es secundario. Sin embargo, la comunicación está construida para enmascarar el fin propio. Toda la conversación está diseñada para convencer a la otra parte de que el objetivo máximo de quien habla es el bienestar duradero de la persona que recibe la manipulación.
Si consigues que la otra persona haga o deshaga de acuerdo con tus designios, y la persona percibe que el resultado le perjudica, habrás dañado la relación. Y por tanto habrás perdido credibilidad ante esa persona.
Por otra parte, comunicar con la intención sincera de aportar valor a la otra parte y ayudarle a conseguir sus propios objetivos, tiene un efecto de refuerzo en la relación. De nuevo, la percepción del receptor es su realidad. Si el receptor no percibe sinceridad, estamos perdidos. Nuestro trabajo no es solamente ser sinceros, sino que el receptor lo entienda así, que es más ‘interesante’.
3- El respeto por la persona destinataria de nuestra comunicación. Un gran profesional al que aprecio profundamente, basaba su liderazgo en la llamada ‘gestión por preguntas’. Su estrategia consistía en llevarte a una conclusión con una serie de preguntas ‘tipo embudo’. En ningún caso te decía cuál era su objetivo. Pacientemente tenías que seguir su conversación hasta que al final descubrías qué era lo que quería de ti. Durante el curso de la conversación, el receptor de la manipulación no dejaba de intuir o dilucidar en qué iba a resultar esta técnica de manipulación por presión.
He hablado con docenas de personas sobre cómo se sienten cuando alguien aplica éstas técnicas de ‘inspiración negativa’ o manipulación con ellos. Todas coinciden. Sienten que se falta a su inteligencia al no empezar y continuar la comunicación con transparencia y de igual a igual. Sienten que se les falta al respeto, con lo cual la relación se resiente con cada interacción. A veces la persona se da cuenta durante la conversación, otras veces minutos o años después. O cuando pasa a un rol de gestión. O cuando alguien le explica esas técnicas.
En cualquier caso, no basta con ser buena persona y tener buenas intenciones. Nos sale a cuenta desarrollar nuestra habilidad para comunicarnos. Y eso supone que te pares este finde, y pienses en las personas con quien más interactúas al cabo del día. Empleados, colaboradores, familia, amigos, otros empresarios, etc.
No hay excusa para no dedicar tiempo de calidad a construir tu propio liderazgo, tu propio éxito.
¿Entiendes realmente sus puntos de vista? ¿Les escuchas lo suficiente? ¿Acaso les preguntamos y les dedicamos el tiempo que merecen?
¿Nos preocupamos por el efecto que nuestra comunicación ejerce en ellos?
¿El respeto en todos los ámbitos preside nuestra comunicación?
Date el tiempo cada semana para aprender de tus propias experiencias, re definir objetivos y estrategia, y moverás el mundo.
Me encantaría que compartieras tus experiencias y opiniones. Si es con un café en la mano y en persona, mil veces mejor. Mientras tanto, ¿por qué no te preparas un café, le das un par de vueltas, y me dejas un comentario?
Gracias por tu lectura.