Casi todas las ideas nuevas suenan chocantes. O tontas. O raras. O un poco de todo. Juzgarlas por cómo nos suena el concepto es injusto.
Si no, que se lo hubieran dicho a Steve Jobs cuando presentó sus primeras creaciones. Sus potenciales clientes aún ni siquiera entendían por qué iban a querer comprar sus productos. Ahí está la clave, como no existía el producto, no lo entendían.
Por eso no hay opción, cuando tienes algo diferente e innovador, tienes que crearlo y llevarlo al terreno de la realidad sí o sí. Cueste lo que cueste.
Eso quiere decir que va a ser agotador, doloroso, trabajoso, afanoso, fatigoso y duro. Si no fuera así, todo el mundo, cualquiera, lo habría hecho ya.
Si no lo llevas a la práctica, se queda en el limbo de las ideas chulas que nunca se llevan a la práctica. Por eso, si no se puede hacer, si es imposible, y has contrastado que es una buena idea, hazlo.
Piénsalo. Tiene mérito. Exige inteligencia e inventiva. Tu creatividad y resiliencia se pone a prueba. Es ilusionante. Es divertido.
Haz lo imposible.