Cada año vuelves a replantearte la dirección en la que vas. Como individuo, como profesional, como empresario, etc.
A menudo, las conclusiones a las que llegas te llevan a tomar decisiones. Te motivan lo suficiente como para apuntarte a un gimnasio, o contratar un curso de inglés de negocios.
Eso es genial, no quiero decir que no sea positivo. Pero la razón por la que muchas veces no seguimos hasta el final con esas metas es que la motivación no viene del lugar correcto. A ver si puedo explicarme.
Piensa en un momento en que fallaste. En lo personal, o como empresario, o en tu carrera profesional. Un momento en el que tú sientes que tomaste la decisión equivocada. ¿Por qué sientes que fallaste? Lo más normal es que hayas construido una historia para explicar ese fracaso.

No hay fracaso, sólo aprendizaje.

Me encanta esta idea. Pero creo que puede ser falsa. Si no depuras el aprendizaje de cada fracaso a través de reflexión concienzuda, te quedas con el 100% del fracaso y 0% de aprendizaje. Por eso, cuando pensamos en marcarnos objetivos para el año nuevo, la pregunta es cuánto aprendizaje me he permitido digerir íntimamente.
¿Qué ocurre la mayoría de las veces? Reflexionar en el fracaso propio puede ser incómodo, o incluso «escocer» emocionalmente, o aún más, puede ser «doloroso». Nuestro cerebro tiende a escapar de lo que no nos hace sentir bien. Por lo tanto, a menudo realizamos una pequeñísima fracción de la reflexión que nos haría bien  de manera sostenida en el tiempo.
La reflexión productiva es realista a la par que positiva. Es una reflexión con un foco: aquello que sí podemos controlar. De nada nos sirve pensar en aquello sobre lo cual tenemos poco o nada que hacer. De hecho, quizá estés de acuerdo conmigo en que las personas que tienen la tendencia a focalizar su atención en todo lo que no pueden controlar (a menudo en el pasado) son personas menos felices, y muchas de ellas padecen depresión.
Pero tampoco podemos ser utópicos y únicamente identificar aquello que hicimos muy bien y nos hizo sentir «over the moon«.
¿Cómo vamos a fijar el foco para el año nuevo? Os propongo tres claves:

  • Implementar nuevas estrategias efectivas. Si implementas la estrategia equivocada, tienes asegurado el fracaso. En cambio, la estrategia correcta te puede ahorrar cinco años o diez años de dar palos de ciego. Quizá no sabes hacer brioche. Pero si sigues una receta fiable a pies juntillas, ¿cuántos brioche puedes cocinar? Los que quieras.

No basta con saber qué hacer, sino con hacer lo que sabes.

No es suficiente con tener una estrategia correcta. Tan importante aprender estrategias efectivas es implementarlas al tiempo debido.

  • Cambia tu Historia. La que te cuentas a ti mismo para justificar que un problema no es responsabilidad tuya.  Ejemplo: ‘Estoy obeso por mi estructura ósea’. O ‘soy pobre por el sistema a mi alrededor’. ‘Mi empresa no funciona porque mi jefe no es un buen líder’. O ‘mi empresa no funciona porque mis empleados no hacen lo que deberían’. ‘No tengo los recursos’. En lugar de admitir ‘estoy obeso porque no me levanto del sofá para hacer deporte por nada del mundo.’ Puede que la historia que te cuentas a ti mismo tenga una base de verdad. Pero, ¿es efectiva? ¿te mueve a mejorar tu metabolismo, tu rutina, tu empresa, tu persona? Cámbiala hoy mismo. 

  No tener los recursos para llevar adelante un proyecto no es una excusa. Aprende dónde conseguir los recursos y abandona las excusas. Si aprendes a aportar valor a otras personas a un alto nivel, conseguirás los recursos para alcanzar tus metas.

  • Cambia y protege tu estado. Tu estado anímico determina cómo piensas y cómo te sientes. Y a su vez, tu manera de pensar y sentir determina tus decisiones, y por lo tanto tus resultados. ¿Cómo te sentías al principio de tu proyecto o al principio de tu relación con otra persona?

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Si haces ahora lo que hiciste al principio de la relación, no habrá un final.

La clave está en cambiar tu estado, de modo que sigas haciendo y sintiendo eso mismo que hacías al principio con tu pareja, o con tu cliente o con tu proyecto. Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿a que sí? Pero es tan importante, que no puedo recalcar suficiente este tercer factor clave.

Puedes tener una estrategia increíble, puedes trabajar tu historia para empoderarte, pero si tu estado te conecta con la ira, el miedo, el rencor, la comodidad u otros similares, vas a estar anclado. Como un buque a toda máquina con todas las anclas fuera. No vas a llegar muy lejos, y vas a quemar el motor. Dejarás el gimnasio, o el inglés, o el proyecto. Y finalmente abandonarás el objetivo, tus metas, tus sueños.

Si quieres un cambio definitivo y rápido, trabaja en mejorar tu estado ahora mismo. Si quieres sostener ese cambio en el tiempo, cambia tu historia. Si quieres hacerlo de manera aún más efectiva, aprende y practica nuevas estrategias.

Y sobre todo, actúa.  Ahora, no tiene sentido ralentizar tu progreso personal y profesional por miedo o comodidad. Seguro que si echas la vista atrás, han habido momentos en que si hubieras tomado decisiones diferentes en el momento justo, tu vida ahora sería totalmente diferente.

No dependes de las circunstancias.

Dependes de tus decisiones.

Por eso, no rehúyas la decisión. Abrázala. Y dale salida. Enfoca tu visión en tu presente y en tu futuro. En todo lo que sí puedes controlar, en lo mucho que sí tienes. Suelta el pasado una vez que aprendiste de él.

Tú tienes la llave para 1) centrar tu atención en lo que realmente te sirve, y 2) para darle el significado que te impulsará a acertar en tus decisiones.

Mi más sincera enhorabuena. El año que termina ya ha sido un gran año. Porque cambiaste tu estrategia, tu historia y tu estado. ¿Te sientes identificad@ en algún punto? ¿Quieres compartir tus impresiones? Me encantaría escuchar tu opinión.

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